Arbustos de flor

Nutrir, podar

¡Ahora hay que pensar en los cuidados! Nutrir correctamente, podar bien y regar en el momento oportuno: ¡ese es el trío mágico!

Nutrir

Aunque los árboles y muchos arbustos sean capaces de desarrollar un sistema radicular muy importante para ir a buscar su alimento, la función del jardinero consiste en satisfacer las necesidades de sus plantas. En las tierras pedregosas y arenosas, las plantas se debilitarán y amarillearán rápidamente sin un complemento de abono. La fertilización también evita los riesgos de carencia, ya que la inmensa mayoría de los abonos contiene oligoelementos.

Un abono de 6 meses (Osmocote) aplicado durante la primavera es suficiente a menudo para nutrir a un arbusto para toda una temporada.

En el caso de los árboles adultos, la fertilización es menos importante (salvo en el caso de los especímenes débiles o amarillentos). Sería preferible aplicarlo en forma líquida a plomo del ramaje. De hecho, las raíces "tróficas" no se encuentran a plomo del tronco, sino en el extremo de la red subterránea.

Mi consejo: si acolcha el suelo con compost o cualquier otra sustancia orgánica, fertilice los árboles y arbustos con flores con un abono que contenga una dosis muy baja de nitrógeno. De hecho, este elemento tiende a provocar un crecimiento enérgico en detrimento de la floración.

Podar

nutrire_potare.pngEn cuanto han desarrollado un ramaje bien equilibrado, los árboles de ornamentación necesitan pocas intervenciones, a no ser para limitar la amplitud de su desarrollo. Este tipo de poda se denomina desrame y se practica preferentemente durante el reposo vegetativo (de noviembre a principios de marzo), fuera de las épocas de helada. Debido a su peligrosidad, es mejor encargar el desrame de los árboles grandes a profesionales especializados.

Los arbustos utilizados por su follaje perenne (boj, acebo) se someten esencialmente a una poda de formación. Esta última se denomina "topiaria" cuando consiste en esculpir la silueta de la planta para darle una forma geométrica o figurativa. Ésta se practica dos o tres veces durante el período de vegetación. La primera intervención tiene lugar a mediados de abril, una vez que se han dejado atrás los riesgos de helada. Utilice una cizalla corta para lograr una precisión de corte máxima.

Pode los arbustos con flores para favorecer la aparición de yemas florales y eliminar las ramas viejas que ya no florecerán. Las especies que se desarrollan antes de finales de junio dan por lo general sus corolas en los brotes de 1 año, incluso 2 ó 3 años, raramente en brotes de más edad. Pódelos después de la floración (junio/julio), para estimular la formación de nuevas ramas que tendrán tiempo de desarrollar brotes para el año siguiente.

Los arbustos de floración estival (a partir de julio) dan flores en los brotes del año. Éstos requieren una poda más severa, entre noviembre y finales de marzo. Elimine los tallos que han florecido, para conservar una silueta compacta y provocar el nacimiento del mayor número posible de nuevas ramas que darán las flores.

Mi consejo: tenga en cuenta que la poda provoca un aumento de vigor en una planta con buena salud y bien nutrida. Así que no dude en cortar, porque además es una buena manera de rejuvenecer las plantas. En el caso de un arbusto muy despoblado, pruebe con el recepado, que consiste en cortar al final del invierno toda la vegetación que se encuentra a 30/40 cm del suelo. Complete con un aporte de abono en primavera para estimular el rebrote de la vegetación.

Regar

La alteración climática que notamos hace varios años nos obliga a extremar la vigilancia, en particular, en las regiones que sufren una situación de escasez recurrente. Para simplificar, digamos que entre abril y junio será necesario regar tras 8 días sin llover en el caso de los arbustos, y tras 12 días en el caso de los árboles.

De mediados de junio a principios de septiembre, riegue una vez por semana si la temperatura se encuentra entre los 25ºC y los 28ºC, y tres veces si hace más calor. Los árboles pueden conformarse con un riego semanal.

En general, los riegos deben ser más frecuentes y menos abundantes en los suelos ligeros que en las tierras consistentes que retienen mejor el agua.

Mi consejo: los árboles instalados en un césped que recibe agua muy a menudo (pero en cantidad reducida), desarrollan un sistema radicular muy superficial, más sensible al calor intenso y a los largos períodos de sequía. Téngalo en cuenta en función del clima y de la calidad del suelo.