Plantas de interior

Nutrir, podar

Para que sus plantas de interior se mantengan saludables, vaporice sus hojas a diario con agua limpia para crear un ambiente que recree la humedad tropical. En invierno, instale saturadores de agua en los radiadores. Evite también las corrientes de aire frío.

Regar las plantas de interior

Es muy fácil que una planta de interior muera por un exceso de agua en el suelo. Si sus plantas se cultivan en un buen mantillo que combina ligereza, aireación y retención de agua, adopte el siguiente ritmo de riego:

De abril a finales de septiembre, riegue una vez por semana las plantas que forman troncos o tallos de corteza gruesa (especies leñosas) o aquellas que tienen hojas duras como: Aglaonema, Piña, Aspidistra, Clivia, Crotón, Dieffenbachia, Dracaena, Fatshedera, Fatsia, Ficus, Palmeras, Filodendro, Potos, Stephanotis (jazmín de Madagascar), Yuca, Zamioculcas, etc. pero también las plantas grasas (suculentas) y las cactáceas.

Durante el mismo período, riegue dos veces por semana todas las plantas de tallo y hojas tiernas así como las especies con flores. De octubre a marzo, reduzca la frecuencia de riego por la mitad.

Estas indicaciones corresponden a un valor medio para una temperatura normal de la casa (entre 18ºC y 22ºC). En caso de canícula, el riego puede elevarse a dos o tres veces por semana, en función de las categorías de plantas que se indican anteriormente.

Una planta demuestra que tiene sed perdiendo rigidez. Ésta muestra un aspecto decaído y sus hojas se enrollan en sí mismas. Intervenga antes de que se deseque.

Un exceso de agua provoca un reblandecimiento de los tallos y la formación de manchas marrones en el borde del limbo de las hojas, seguidos de necrosis importantes. Una brusca caída de hojas aún verdes puede ser también síntoma de un riego demasiado abundante (o de un mantillo muy compactado).

Mi consejo: no deje nunca que el agua se acumule en el fondo del macetero o en el platillo y riegue siempre con agua templada (aprox. 25ºC).

Trasplantar las plantas de interior

fr_az0228_0.jpgCuando una planta se encuentra demasiado apretada en su maceta, su crecimiento se reduce y parece desequilibrada. Así que es necesario trasplantarla.

El período más favorable es el final de la dormancia, desde finales de febrero hasta finales de marzo. Pero puede trasplantar todo el año en caso de necesidad, en particular cuando acabe de comprar una planta cuyo cepellón este recubierto de raíces y éstas formen un rodete compacto en el fondo de la maceta.

Después de haber trasplantado la planta, lacere con la punta de un cuchillo las raíces situadas en la parte periférica del cepellón y corte sin contemplaciones, a 1 ó 2 cm de espesor, aquellas que estén amontonadas en la base.

Escoja una maceta de un diámetro 2 cm superior a la anterior, no más, ya que la mayoría de las plantas prefiere estar un poco apretada. Asegúrese de que la maceta dispone de un orificio de evacuación del agua sobrante (salvo las macetas con reserva de agua, por supuesto) y asegure un correcto drenaje colocando en el fondo un lecho de 2 a 3 cm de bolitas de arcilla expandida o de gravilla.

Instale la planta en el centro de su nuevo recipiente, procurando que ésta no quede enterrada demasiado profundamente. Rellene la maceta con mantillo de trasplante y procure que se infiltre bien hasta el fondo presionando con una varita de bambú.

Riegue generosamente después de realizar el trasplante. Lo ideal es sumergir la maceta durante unos veinte minutos hasta su borde superior para obtener una saturación total del mantillo. A continuación deje que se vuelva a secar (el agua excedente debe fluir) y procure que el agua no se estanque en la base de la maceta. Espere al menos un mes después del trasplante antes de abonar.

Mi consejo: no deje nunca más de tres años una planta en el mismo recipiente sin trasplantarla ya que el mantillo se empobrece y sobre todo se compacta, lo que puede provocar la asfixia de las raíces (manchas marrones, decaimiento del follaje).

Renovar superficialmente el mantillo de las plantas de interior

Las plantas de interior muy voluminosas acaban dando problemas a la hora de trasplantarlas ya que no resultan fáciles de manejar. En ese caso, el cuidado puede limitarse a cambiar la capa superficial de mantillo.

Esta operación también permite rellenar la parte superior de la maceta, ya que se observa un descenso progresivo del nivel del mantillo debido a su "consumo" por parte de las plantas y a la compactación natural del sustrato, provocado por los riegos.

¿Cómo debe procederse? Rasque superficialmente el mantillo con un cultivador de mano para descompactarlo, procurando no dañar las raíces. Extraiga la mayor cantidad posible del antiguo sustrato y sustitúyalo por un buen mantillo de trasplante. Apriételo con la palma de la mano. La superficie debe encontrarse a aprox. un centímetro del borde superior de la maceta.

Mi consejo: la renovación superficial del sustrato no protege a la planta de una compactación del mantillo en la parte inferior de la maceta. Este fenómeno provoca la asfixia de las raíces. Al primer síntoma alarmante y, en particular, ante una pérdida de vigor de follaje y una ralentización del crecimiento, es necesario realizar un trasplante completo.

Nutrir las plantas de interior

El reducido volumen de mantillo que contiene la maceta no constituye una reserva de alimento ilimitada. Por ello, es indispensable fertilizar las plantas de interior. Abónelas durante el período de crecimiento (desde principios de marzo hasta finales de septiembre).

Los abonos para las plantas de interior se presentan en cuatro formulaciones: líquida, soluble, varitas o granulados. Los líquidos, poco concentrados y fáciles de usar, resultan prácticos y de sencilla aplicación.
Los abonos solubles como los abonos líquidos, son mucho más concentrados y resultan perfectos en primavera (de marzo a junio) para estimular correctamente el crecimiento. Los abonos de varitasresultan ideales para las plantas que crecen en grandes macetas. Debe insertarlas a intervalos de 15 cm por todo el perímetro de la maceta (nunca en el centro del cepellón). Los abonos granulados tienen la ventaja de que su acción es de larga duración. Un aporte en marzo es suficiente hasta septiembre.

No supere nunca la concentración indicada en el embalaje aunque le parezca escasa. Aplique siempre el abono en un cepellón húmedo, para que no haya ningún riesgo de sobredosificación.

Mi consejo: de mediados de octubre a finales de febrero, las plantas de interior pasan por un período de reposo vegetativo (dormancia) natural provocado por la reducción de la duración del día. Por tanto, no vale la pena fertilizarlas. No obstante, continúe abonando aquellas especies con flores o que den fruto durante este período.